martes, 3 de noviembre de 2009

Dan Brown: en el momento y el lugar correcto


Opinión
Por Víctor A. Vargas S.

Lo acusan de casi todos los males que pueden aquejar a un escritor. Que es oportunista, que su vida es una oda a la búsqueda de fama y fortuna, que su pluma es liviana y que es, a la literatura, lo que Spielberg al cine: un Hit Maker, una fábrica de Best Sellers y, por supuesto, de dinero.

Y es que el éxito furioso en 2003 de su tercera novela “El Código Da Vinci”, que durante 2009 alcanzó la astronómica cifra de 81 millones de ejemplares vendidos (legales solamente), despertó las sospechas del encopetado ambiente de los literatos que prefieren la pobreza y la desesperanza antes que la ostentosidad de la alegría y de la maleta llena de dólares.

La maquina comenzó a funcionar y se reeditaron los libros anteriores al Código (La Fortaleza Digital, Ángeles y Demonios) y ya son dos las películas de sus libros (una producida por el propio Spielberg). Por supuesto aparecieron las acusaciones de plagio y la clásica minimización de su obra a un ardid publicitario y estrategias de marketing.

Pero cualquiera que abra la primera página del “Código” entenderá el porqué de toda esta oleada de críticas: es imposible parar de leer y eso, para algunos, es un pecado. Es cierto que su ritmo es demencial y que todo ocurre sin mucho preámbulo ni descripciones. También que Robert Landon, el profesor superhéroe capaz de descifrar los más intrincados enredos históricos, se parece más a Indiana Jones que a Sherlock Holmes, quien jamás saltó desde el tercer piso del Louvre o descubrió túneles bajo el Capitolio.

Su última novela, “El Símbolo Secreto”, combina nuevamente historia, secretos, poder, y un villano capaz de todo. Ahora es la Masonería americana el caldo de cultivo para una historia calificada como hipnotizante por la crítica. Algunos llamarán oportunismo lo que yo veo como una buena elección: el momento justo, el lugar perfecto. En definitiva, Brown logra, usando grandes temas y pocas vueltas, lo que pocos pueden usando gran espacio: claridad, audacia y entretención.

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